El sí de las niñas, es una obra teatral de Leandro Fernández de Moratín estrenada el 24 de enero de 1806 y representada hasta la cuaresma de ese mismo año.
Moratín tenía escrita El sí de las niñas en 1801. Era la primera obra que escribía después de La comedia nueva, pues tanto El barón como La mojigata, estrenadas más tarde que aquélla, fueron escritas a finales de los años 80. Moratín tardó varios años en estrenarla. Dio a la escena sus producciones anteriores, y sólo después se decidió a publicar, en 1806, El sí de las niñas. Durante el mes de enero de 1806 ensaya la comedia con la compañía del Teatro de la Cruz. El día 24 de enero de 1806 se produce el estreno. El sí de las niñas no fue solamente un sonoro éxito de público: fue la obra de mayor aceptación de su tiempo y casi con seguridad el mayor acontecimiento teatral de todo el siglo. La obra se mantuvo veintiséis días seguidos y atrajo a más de 37.000 espectadores, cifra equivalente a la cuarta parte de la población adulta de Madrid. Al éxito en las tablas se sumó el editorial. A las cuatro ediciones de 1806 hay que sumar la de 1805, que, al parecer, no fue la única de aquel año.
El éxito sin precedentes de El sí de las niñas supuso, paradójicamente, el abandono de la escena por parte de su autor. Los únicos textos que daría a la escena serían dos adaptaciones de Molière: La escuela de los maridos y El médico a palos. El sí de las niñas, sin embargo, seguía levantando odios y entusiasmos. En 1815 la Inquisición encontró motivos suficientes para prohibir esta comedia y La mojigata. La prohibición se renovó en 1823, de modo que durante cerca de veinte años los españoles se vieron privados de ver en escena la obra maestra de Moratín. Cuando se levantó la prohibición y la obra pudo volver a estrenarse, en 1834, lo hizo con cortes debidos a la censura.
Argumento
Doña Paquita es una joven educada en un convento de monjas, tiene dieciséis años y está prometida con Don Diego, un hombre adinerado, de cincuenta y nueve. El casamiento ha sido concertado entre Don Diego y la madre de ésta, Doña Irene, en el cual, la prometida no ha tenido ocasión de opinar sobre su futuro. Paquita está a su vez enamorada de un joven militar, Don Carlos, sobrino de Don Diego, que ella conoce como Félix de Toledo. El enamorado, con el objetivo de impedir la boda, acude a ver a su amada a una posada, sin saber que era su tío su futuro marido,quien desconocía el amor entre ambos. Por las sospechas que tenía, Don Diego, ordena a su sobrino que regrese al regimiento y éste se dispone a obedecer, renunciando a la vez al amor de su amada. Para informar a Doña Paquita, le envía una carta, la cual llega a manos de Don Diego, que, comprendiendo el amor entre los jóvenes, decide renunciar a su matrimonio con la joven, y haciendo llamar a su sobrino, hace posible la unión entre los dos enamorados, en contra de los deseos de la autoritaria Doña Irene. La acción transcurre en unas pocas horas, en una pequeña posada de Alcalá.
Características
Sus principales características son: su carácter didáctico, la ridiculización de las convenciones sociales y el uso de la regla clásica de las tres unidades.
Como en todas sus obras, en El sí de las niñas Moratín ha mantenido la unidad de tiempo, que está indicada claramente en la acotación inicial: «La acción empieza a las siete de la tarde y acaba a las cinco de la mañana siguiente». Así pues, un total de diez horas, divididas en tres momentos: el anochecer (acto I), la noche (acto II) y el amanecer (acto III). Además, se puede apreciar que la iluminación evoluciona según pasa el tiempo en la obra, es dinámica y se ajusta a las acciones que ocurren (se apaga cuando es de noche, se enciende cuando amanece y cuando Carlos y Paquita se reúnen) Cada acto tiene unidad perfecta de tiempo, por cuanto el tiempo de la acción coincide exactamente con el tiempo de la representación, y el tiempo no representado transcurre en los intervalos. No menos importancia tiene la unidad de lugar: toda la acción sucede en la sala de paso en una posada de Alcalá de Henares.
En El sí de las niñas Moratín abandona definitivamente el verso. La experiencia de La comedia nueva cristaliza en una pieza que profundiza en los hallazgos de la anterior.
El carácter de la obra es didáctico, plantea un problema cotidiano y desprende una enseñanza, ya que su fin es criticar la autoridad que ejercen los padres sobre sus hijos respecto al matrimonio, obligándoles a tomar por marido al mejor partido económico. Esta obra adelanta la igualdad de la mujer en la sociedad, animando pues, a rectificar las costumbres y tradiciones de su tiempo.
Los matrimonios de conveniencia entre mujeres jóvenes y hombres maduros no eran del agrado de los pensadores de la Ilustración por dos razones:
- Una de tipo moral, ya que en ellos faltaba el amor como vínculo que potencia la cohesión de la pareja.
- La otra afectaba al crecimiento demográfico, porque estos matrimonios solían tener poca o ninguna descendencia a causa de la edad del marido.
Hay que tener muy en cuenta que Moratín nunca fue un revolucionario, sino un reformista que pensaba que una situación injusta debía dar paso a otra justa a través de cambios mesurados -jamás por actos de subversión-. Por ello, don Carlos y doña Paquita siempre se muestran dispuestos a cumplir los deseos de sus mayores; sólo don Diego, con su autoridad, será quien aplique la solución más razonable al conflicto planteado. Casalduero dice que don Diego impone a la vida la pauta de la razón. Para H. Higashitani, lo que Moratín quiso decir con esta obra es que los que actúan por la recta razón dominando la ebullición de la pasión acaban consiguiendo la felicidad.
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